Videojuegos, un mundo donde estoy bien

No sabía si escribir este post. Pero mirando atrás, veo que los videojuegos han formado siempre parte de mi vida. Pero ha habido un antes y un después del dolor crónico. Cada juego es un mundo donde mi personaje pasa a encontrarse bien. Un mundo en el que soy igual que los demás jugadores.


Cuando era pequeña, mi primera consola de videojuegos fue la Nintendo Game Boy Advance. Al principio, solo tenía tres juegos, pero poco a poco fue aumentando mi colección. Era mi momento, mi descanso después de una tarde de hacer los deberes de la escuela. Pero era una forma de entretenimiento como cualquiera.

La siguiente consola ya fue la Nintendo SD. Casi todos mis compañeros la tuvieron, pero era la que más tiempo pasaba con ella. Mi hermana y yo la compartíamos y eso en parte nos beneficiaba, porque más variedad de juegos teníamos. Solo era cuestión de organizarnos.

De tanto usarla, se rompió y la reemplazamos por otro modelo que era más moderno, pero era compatible con los mismos cartuchos.

En ese momento ya no solo era una forma de entretenerme, sino de olvidar todo lo que me pasaba en el colegio. Una forma de desconexión en el que entraba en un mundo donde olvidaba.

Y ya la última que tuve fue la Wii. Actualmente, ya ha quedado un poco obsoleta el modelo que nos compraron, pero tanto mi hermana como yo la disfrutamos mucho.

Pero realmente los sentimientos que me provocaban eran distintos a los que siento ahora cuando juego.

Tenía temor a volver a jugar. Porque con la última consola, realmente pasaba la mayor parte bailando tanto con Zumba como con el Wii Dance. Pero estos últimos meses han sido bastante duros tanto a nivel personal como a nivel del dolor crónico. Y pensé, ¿por qué no intentarlo? Así que me puse a ello.

No tengo ninguna consola que funcione, así que decidí usar mi propio portátil. Es un portátil limitado, no todos los juegos funcionan correctamente en él, pero me las apaño. Disminuyo la calidad de los gráficos y hago algunos retoques para que funcione de forma más rápida y ya solo queda jugar.

Pero el objetivo de este post es explicaros cómo me siento ahora. Sí que me sirve de distracción, pero ya no es solo eso. Mi personaje no tiene la pierna mal. Puede moverse, saltar, hacer piruetas, etc. Sé que es un poco surrealista, pero me hace sentir mejor. En un juego multijugador, todos nosotros somos iguales.

Y diréis, ¿pero no es mejor ser original? Sí, eso siempre lo he tenido claro. Ser diferente en muchos casos es lo especial. Pero no me refiero a ser diferente de carácter o de manera de pensar. Me refiero a que no me miran raro cuando mi personaje camina, por ejemplo.

Como sabéis, en la realidad cojeo mucho. Y claro, como no se ve la cicatriz, se quedan mirando a ver dónde tengo el problema. Pero allí, en el mundo de los videojuegos no pasa. Si jugamos a un juego multijugador, solo escuchan mi voz y ya está. No ven que padezco dolor crónico, no hay que dar explicaciones, ni hay que aguantar ciertas miradas que a veces son inoportunas.

Que, en realidad, no desconectas del dolor crónico.

Aunque esté jugando y me lo esté pasando bien, el dolor sigue allí. No hay nada que lo distraiga. Así que también tengo que controlar mis posturas y el tiempo.

Pero no sé. No sabía si escribir este post o no. Tenía dudas porque no sé si es solo a mi que me pasa o si hay otras personas que ven el mundo de los videojuegos como una oportunidad para estar en una realidad diferente a la propia. Hasta hay juegos en el que creas un personaje (juegos de rol) en el que puedes dedicarte a lo que quieras, tener la personalidad que desees, etc.

Sinceramente, creo que es una forma de distraerte de tu propio mundo creando el mundo que desees. Y eso me hace sentir bien. Porque los pacientes con enfermedades crónicas no tenemos descanso alguno. Y repito, durante el juego la enfermedad sigue estando, pero personalmente me permiten estar de mejor humor.

Así que sea o no normal mi forma de pensar, creo que cada persona ha de buscar algo que le haga sentir bien en sus ratos libres. Y nosotros, con dolor crónico, tenemos muy limitadas las actividades que podemos escoger. Por ejemplo, antes tocaba la guitarra y el piano. Ahora no soy capaz porque no puedo concentrarme como antes y ni puedo estar sentada tanto tiempo. Y con la guitarra, la forma en la que tengo que sentarme tampoco ayuda. 

Os dejo un vídeo de cuando tenía 13 o 14 años. Era muy tímida como podéis observar en mi voz. Pero volver a tocar me recuerda a cómo lo hacía antes y lo que no puedo hacer ahora, y de momento no soy capaz de afrontarme a ello. Cada mañana antes de ir al colegio tocaba con mi abuela (sí es profesora de música) y de momento no soy capaz de ver que no consigo concentrarme o no puedo estar tanto tiempo sentada cuando antes pasaba horas. Ya veremos en un futuro.

Además, como estoy yendo a peor debido a que el dolor aumenta, tengo que buscar algunas actividades que pueda hacer, aunque sea en menor medida que las demás personas, que creen emociones similares a las que sentía cuando tocaba el piano o incluso cuando hacía deporte.

Espero que tengáis una buena semana,

Mi Dolor Crónico.

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